sábado, 4 de febrero de 2012

¿Es un príncipe o un sapo disfrazado?

Cap.4
Una tarde preciosa, sí, y tranquila también. ¿Quién iba a salir a dar un paseo en plena hora de siesta con un calor abrasador como éste?
Los grillos no paran de cantar, nuestra Amy se pasea por la sombra que da los árboles con inmensas hojas que están plantados en la acera mientras se como un polo de limón. La brisita que hay es un lujo para ella y cada vez que soplaba levemente uno, entrecerraba los ojos y esbozaba una sonrisa del ligero placer que le daba.
Bonita escena que se muestra: Una chica blanca como la nieve paseándose en la calle haciendo que su piel se vuelva casi transparente con los rayos de sol, esa trenza negra dando un gran contraste que le cae sobre el hombro casi llegando a la cintura, gorrito de mimbre haciendo que su carita de muñeca de porcelana no se quemase, vestido azul cielo bailando al compás de la poca brisa que hay, refrescando a su dueña, aquel polo de limón casi acabándose que humedece la pequeña boca de esta muñequita que a la vez tatareaba una cancioncilla sin nombre, compuesta por ella, quizás.

Doce día habían pasado desde que se vieron por última vez, y cada uno de ellos Amy los contaba, doce estrellitas ha doblado ya, ésta noche doblará el decimotercero.. No habían hablado más desde esa vez y la pequeña se había negado a todos planes que proponía su amiga Nikky, no quiere estar con nadie, eso le hace sentirse más y más sola, sabe que encerrarse en sí misma no es nada bueno..pero no puede hacer nada más que eso.

 -¿Mark?- Murmuró al ver el perfil de un chico que se parecía a la de Mark que camina en la acera de enfrente. Corrió hacia él sin asegurarse de quién se trataba en realidad, sólo lo hizo por el impulso que tenía dentro de volver a ver al chico de sus sueños.
 -¿Q-quién eres?- Tartamudeó aquel chico del susto al verla delante de él así de repente, que en verdad, sí que tenía cierto parecido con el príncipe azul de la pequeña.
 -M-m..-La pequeña lo miró y se fijó de que se había equivocado cayándose el resto del nombre que iba a decir, la decepción la llenó.- ¡Lo-lo sientoo!- Hizo una reverencia reaccionando después, sonrojándose mucho- Me he e-equivocado.. -Murmura mirando al suelo volviéndose cada vez más colorada.
El chico soltó una carcajada viendo la reacción de la pequeña.
 -¡No importa! Jajaja. Pero fíjate bien la próxima vez, ¿eh?- Revolvió el fleco de ésta cuando levantó la cabeza y le miró con esos grandes ojos acuosos de color azabache que tiene, quedándose él, sumido en aquella belleza casi irreal.
 -¡S-si!- Volvió a hacerle una reverencia de nuevo por la costumbre que tiene.

Visto esto, el chico mostró una sonrisa angelical, echándose a caminar en la dirección a la que iba antes de ser interrumpido, desapareciendo de la vista de ella poco después. Cuando esto ocurrió, soltó Amy un gran suspiro, ¡es tan parecido a Mark!
Lo que Amy no sabe es que justo a una manzana de distancia se encontraba ese chico con el que se estaba obsesionando.
Por pura coincidencia, el chico también iba con una camisa azul, del mismo color que el vestido de Amy, pero también llevaba un gorro de mimbre que le daba un aire más mono y dulce a Mark.
Ambos pasearon por las calles de la pequeña ciudad sin coincidir ni una sola vez. El tiempo iba pasando y las calles empezaron a llenarse poco a poco de gente.
Caminando cuesta arriba, Amy hacía lo que tiene por costumbre hacer: fijarse en los pies, bueno, en la manera de caminar de las personas, porque una vez leyó en alguna parte de algún libro ya olvidado que si apoyas primero el talón en el suelo quiere decir que está preocupado, confuso, o ,bueno, simplemente con un problema que no te deja sentir esa sensación de libertad que todos añoramos de vez en cuando. No se sabe si lo que dice aquel libro era cierto o fue inventado por un escritor imaginativo, pero desde entonces, siempre que Amy no tiene nada que hace cuando está caminando sola en la calle, se fija en eso, simplemente por curiosidad.
Bajando la misma calle abarrotada ya de gente, está Mark, fijándose en los edificios, perdiéndose en esas construcciones modernas que conviven con las antiguas haciendo que el aspecto de la ciudad sea tan interesante.
 -¡Ay! Shhh... qué dolor.. -Murmura Amy que de repente ha chocado con un objeto algo duro, una farola pensó. Se agacha a recoger su gorrito caído por el golpe mientras se frota su frente algo roja por el choque.
 -¡Perdón! ¿E-estas bien?- Preguntó una voz, dueño del causante de que la pequeña se chocase, mientras la ayudaba cogiéndola de un brazo.
Esta voz era inconfundible para Amy, que al escucharlo, alzó rápidamente la cabeza para confirmar que, en efecto, era de quien pensaba que era...

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