sábado, 19 de noviembre de 2011

Oscuridad.

Abrió la puerta principal del edificio en el que vive, se dirigió hacia el interruptor, pero cuando sus dedos rozaron con el tacto frío del material, se retiraron rápidamente. A oscuras estaba mejor, sí.. No quería verse reflejada en los grandes espejos del lugar, no quería verse iluminada por luces.
Subió por las escaleras pegada a la pared con pasos muy lentos, estuvo a punto de caerse unas cuantas veces, pero por fin llegó ante la puerta que da a su piso. Introdució la llave que abre esa pesada puerta de madera y se dirigió hacia dentro, donde se está igual de oscuro y silencioso que todo el edificio, cerró la puerta con un golpe seco que resonó por el silencio.
No había cambiado de idea, seguía queriendo que le rodease la oscuridad, no quería ver nada de luz, la temía, porque al encender las luces, se vería sola en esa gran casa fría con tan pocos muebles.. ¡Cómo echaba de menos el calor del hogar!  Pero ya todo es diferente... Está sola en este mundo cruelmente realista.
Recorrió el pasillo con mucha lentitud hasta llegar a la habitación principal, su cuarto. Dejó su bolso en un rincón y se sentó en el frío suelo cubierto por una alfombra de lana que era lo único que calentaba sus pies congelados, igual que todo su cuerpo.
Se acurrucó tanto que pareció una bolita, sonrió, es una sonrisa fría, triste e irónica que sólo la oscuridad conoce. Sonríe porque está cansada, está cansada de la máscara que tiene que llevar día tras día en esta sociedad, esa máscara con el que aparenta ser feliz.
Reír cansa mucho, pero fingir la felicidad cuando te estás muriendo de dolor y tristeza por dentro, más todavía.
Las lágrimas recorren su cara dulce y perfecta. ¿Pero para qué quiere un rostro perfecto si no es feliz? A veces, prefiere cambiar este rostro que tiene por unos amigos de verdad, que se preocupasen por ella y que la quieran de verdad, no esos que sólo se están a su lado porque solamente les interesa lo que tiene.
Todos creen que tiene el novio perfecto que la quiere y la trata como a un princesa, pero ella es la única que sabe que ese es igual de buen actor que ella, sabe ocultar sus sentimientos y fingir la felicidad.
Posó una mano en donde se encuentra el corazón, cerró los ojos y recordó a ese que ama de verdad, sonrió, pero esta vez es dulce, tan dulce que derretiría a cualquiera que estuviese allí. Él la había herido demasiado, pero no puede hacer nada en absoluto menos que seguir amándole como siempre lo había hecho, su corazón siempre le ha pertenecido y lo seguirá haciendo.
Sólo el recuerdo de él que aparece en la oscuridad le da las fuerzas necesarias para seguir viviendo...

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