Te quieren demasiadas chicas
y chicos como tú hay demasiados,
¿por qué me habré enamorado de tu crueldad?
Recuerdo esa sonrisa tuya que se parecía a la de cualquier niño pequeño,
recuerdo cómo me acariciabas el pelo mientras me contabas tus grandes promesas,
pero también recuerdo que cuando de verdad te necesitaba a mi lado, te alejabas corriendo.
Esos latidos acelerados del corazón junto a mi cara sonrojada al darte aquel beso, se van disminuyendo y casi llegan a desvanecerse...
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