sábado, 10 de diciembre de 2011

¿Es un príncipe o un sapo disfrazado?

Cap.2
                    Tras esa tarde Amy hizo nuevos amigos, en el que se encontraba Mark, ese chico que hace que su corazoncito lata a mil por horas queriendo salirse del lugar, ese que hace que sienta mariposas volando en su estómago, ese que hace que Amy sonría en cada segundo por poder estar a su lado.
Mark es un chico completamente desconocido para ella, bueno, en parte no, ya que Amy lo había visto pasearse por las calles de la pequeña ciudad más de una vez y cada una de esas veces haciendo que la pequeña sintiera la felicidad recorriendo por su cuerpo. Más de una vez han cruzado las miradas, pero nunca han hablado hasta entonces, hasta que Nikky los presentó el uno al otro fugazmente para irse luego con su novio Leo.
Esa tarde, Amy no desvió la mirada de Mark, y el chico, al parecer, posó más de una vez la mirada detenidamente en la pequeña.
La química y las chispas que hubo entre ambos lo notaron todos los que estaban presente.

Mark es un chico blanquito también, con el pelo ondulado, corto y medio rubio, lo más precioso de sus rasgos son sus ojos azules, como el cielo limpio. Es de estatura medio-alto, mide como alrededor de 1'80, flaquito pero sin  pasarse.
Es como el típico príncipe azul que se había imaginado una y otra vez la pequeña de labios de cereza.
Mark es como Nikky en el sentido de que ambos son un torbellino de risas y energías.

Parece ser que Cupido clavó una flecha de ''amor a primera vista'' entre ambos, del cual nadie quiso mostrar ni expresar más del grado de ''amigos''.

Esa noche, Amy no consiguió pegar ojos de la emoción que contenía en su cuerpo, había conocido lo que aparenta ser su príncipe azul y lo más que la emocionaba era que habían quedado el día siguiente en la playa para pasárselos bien.
Lo único que intranquilizaba a Amy era que.. ¡no sabe nadar! Pero lo malo es que ni ella ni Nikky se habían dado cuenta de eso en cuando propusieron el plan.
Cerró los ojos acurrucándose en su cama para intentar dormir, pero lo único que conseguía al cerrar los ojos era la aparición de la cara de Mark, y cada vez que pasaba eso, sonreía tan dulce que es imposible describirlo, bueno, sí, cada vez que Amy sonríe así, se convierte en algo más hermosa que un ángel, la pena es que nisiquiera ella pudo ver aquella maravilla.

Amy: Hermoso e irreal, es lo que sentí la primera vez que lo vi por el lago, me emocioné, como siempre hago, pero la tristeza se vino rápidamente a mi cuando pensé en que un chico tan bonito como él seguramente estaría con una chica muy bonita.
Numerosas veces  más le había visto y cada vez que ocurría, sentía que lo quería cada vez más aún sin conocerle. Hoy le conocí, no podía creérmelo, es como si fuese un sueño demasiado maravilloso, no, no me quiero despertar...


             El despertador suena, las ocho de la mañana, Amy apaga el objeto con un golpe tras localizarlo mientras furce el ceño, luego, lo cogió y abriendo dificultosamente sus ojos mientras se tapaba con otra mano la cara de la luz del soy que penetraba por la ventana, observa la hora. 
Habían quedado a las diez en el sitio donde se habían despedido la tarde-noche anterior para ir juntos al lugar.
Dejó el despertador en la mesilla, cerró de nuevo los ojos dándose la vuelta, se disponía a dormirse de nuevo en cuando la maldita alarma de su móvil sonó, había puesto dos o tres alarmas por lo menos la noche anterior por si no se despertaba esta mañana, lo apagó y se levantó de la cama caminando como una zombie hacia el baño con los ojos cerrados para asearse y vestirse después.

El reloj de la vieja iglesia marca las diez menos cuarto, había llegado temprano y nadie estaba en aquel lugar.
Era todavía temprano para ser un domingo de verano, la plaza estaba casi desierta si no fuese por los ancianos a los que ya les falla el sueño.
Nuestra pequeña suspiró, buscó en su gran bolso un libro para poder leer y a veer si así pasaba el tiempo más rápido. El sol hacía que sus preciosos ojos algo hinchados por la falta de sueño se entrecierren al intentar comprender esas maravillosas palabras.
Amy se asumió en las fantasía de aquel libro cuando, de repente, su visión se oscureció un poco, asustada, levantó la mirada para ver lo que sucedía. Se trataba de Mark, era el primero en acudir a la cita, Amy se sonrojó y le sonrió cerrando el libro, levantándose dispuesta a saludarlo. Pero su bonita sonrisa desapareció cambiándolo por una expresión de asombro en cuando su mirada se fijó en que al lado de Mark estaba, una chica.

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