miércoles, 21 de noviembre de 2012

Confesión de ella.

Todos dan por hecho que ella es feliz, cómo no pensarlo... Tiene unos padres que la quieren, unos amigos con los que comparten sus alegrías y un novio que dejaría la vida por ella.
Pero a nadie se le ocurre pensar más de eso, claro que no, si ni sus seres más cercanos lo piensan y creen que ella debe de ser feliz al estar en un entorno tan sumamente lejos de cualquier tipo de preocupación, cómo lo iban a hacer unos individuos que aparentemente lo saben todo de ella pero que están tras unas pantallas de unas máquinas sin vida.
Todo ser humano es egoísta, a nadie le preocupa realmente el otro, ella lo sabe. Por eso sabe que solamente ella misma es capaz de saber el dolor, la pena, todos los sufrimientos por los que pasa.
Se siente como una marioneta, los hilos los tiran ellos, como siempre lo han hecho. No se siente a gusto con lo que está haciendo ahora, no son las cosas que había pensado.
Ha pensado en acabar con todo este sufrimiento de una forma rápida, pero es cobarde y no tiene el valor suficiente para hacerlo. Teme que algunos gasten lágrimas por un ser deformado como ella. Por eso hiere a las personas que le importan, que de verdad ama. No sabe expresarse de otra forma. Porque piensa que el odio perdura hasta que la vida de uno se acabe como un veneno que consume lentamente el alma de ese individuo, mientras que el amor es como trozos frágiles de hojas que vuelan con el más ligero soplo del viento.
En este mismo momento que me está contando esto, sus lágrimas no dejan de caerse, pero ella no lo nota, sonríe como la flor más hermosa que haya visto, porque ahora me cuenta esos pequeños fragmentos de momentos realmente felices que surgen de su mar de sufrimiento como las raíces tiernas y limpias del loto que es sacada del barro putrefacto en el que se escondía.
Nunca le ha gustado competir con los demás, si las cosas son suyas lo serán mientras que si no son de su pertenencia no los tocará, pero si a alguien se le ocurre quitarle algo de las manos, primero intentará luchar por ello, pero lástima que se le agotan pronto las fuerzas y le da el premio a su contrincante con las dos manos sin oponerse a ello de ninguna forma.
Siempre se queda pensando con la mirada perdida en algún punto lejano pensando en lo que le ha aportado la vida o pensando en esa persona tan especial que le saca siempre una sonrisa aunque sea de la forma más tonta. Pero siempre se da un duro golpe al encontrarse con la realidad tan cruel como bondadosa. Bondadosa por haberle dado vida a su pequeño sol que la ilumina todos los días, aunque la oscuridad lo consuma rápidamente.
Le he preguntado sobre el mejor regalo que le podría hacer, me dijo que sin duda sería una máquina del tiempo para volver al momento de su nacimiento e impedir de todas las formas posibles si llegada a este mundo.
Quizás sí sea como una flor del desierto, deslumbrante, hermosa y especial, pero está condenada a ser solitaria y su vida está al descubierto de las violentas tormentas de arena de los cuales tiene que afrontar sola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario